Made in: Argentina
Publicado por Mocker , martes, 8 de febrero de 2011 13:30
Manal: "Manal" (1970)
Blues Rioplatense. Esta es la definición exacta que pinta de cuerpo entero la música y el estilo compositivo de Manal, una de las bandas insignia de ese “triangulo” básico de grupos de comienzos de nuestro rock argentino. Sabemos que el Blues como genero musical es único y tuvo su génesis en el Delta del Río Mississippi, sin embargo como cualquier inclinación artística puede mutar mas o menos arraigando tradiciones y/o costumbres según el punto geográfico donde se ejecute esa música. El sonido de Manal era un gran deudor del Blues de Chicago de los ´50, un Blues Urbano, con el que Javier Martínez, baterista y cantante del grupo se sintió identificado, tomando como espejo a los grandes Bluesmen de esa época pero poniendo su sello “argentino” a su música. Este sello del que se hace mención queda de manifiesto en la forma compositiva de Martínez, donde en temas como “Avellaneda Blues” o “Avenida Rivadavia”, además de mencionar explícitamente lugares de Buenos Aires, es una radiografía exacta, casi tanguera y para ser más explícitos porque no también Discepoliana, del día a día de nuestra sociedad.
A la distancia muchos ponen como virtud principal esta facilidad con la que tenía el grupo para contar historias costumbristas, de barrio y bien nuestras, dentro de una música que para esa época, finales de los ´60, aún se encontraba muy lejana salvo el furor mundial de la Beatlemanía. Sin embargo, no hay que dejar de lado la destreza musical con la que contaban los tres integrantes ya que para ese entonces no había mucha información sobre los grupos extranjeros, su forma de ejecución de los instrumentos y su técnica de grabación. Un mérito más para ellos y para el novel sello grabador Mandioca, que impulso esta incipiente movida dándole el apoyo artístico y económico a unos jóvenes que a su forma querían impulsar un cambio de pensamiento.
La inquietud por parte de Javier Martínez de investigar el sonido de los grandes Bluesmen, se debía a una actitud de exploración y búsqueda de su parte por lograr conseguir el registro vocal como si fuera un negro. Sus técnicas, quizás rudimentarias, de practicar cantando a los gritos para desgarrarse la voz y conseguir el registro exacto surtieron efecto y esto queda demostrado en las grabaciones de sus discos. Sin embargo, el sólo formaba un tercio de Manal, el resto lo completaba Alejandro Medina en el bajo, que ya tenía una experiencia lograda por los circuitos under y por haber grabado un disco con el grupo Beat The Seasons antes de unirse a Manal. Completaba el trío un muy joven Claudio Gabis, que con sólo 17 años ya había conseguido una gran técnica para tocar la guitarra. Mérito que le valió haber sido “prestado” a la primera formación, de corte psicodélico, de Los Abuelos de La Nada, para grabar el simple “Diana Divaga”. Luego Gabis volvería a Manal ya que en su reemplazo y como guitarrista fijo ingreso Pappo a Los Abuelos, pero eso ya es otra historia.
Unas líneas más arriba se mencionó que no existía por estos lados mucha información musical de lo que se venía haciendo tanto en EE.UU como en Inglaterra, los dos grandes mercados musicales, sin embargo, los pocos que contactaban con esa suerte de poder investigar y adquirir material anglosajón explotaban sus conocimientos al máximo marcando la diferencia de inmediato. Esto les sucedió a varios grupos de los ya consagrados y Manal no fue la excepción. Sin ir más lejos, antes de llamarse de esa forma el nombre del grupo era Ricota, una palabra para nada comercial que luego por pedido de Jorge Álvarez del sello Mandioca los obligo a cambiarlo por Manal. Sin embargo, ese nombre repostero fue la respuesta a uno de los grupos de moda de mediados de los ´60 como fue Cream, dejando en claro que Martínez y Cía miraban atentamente lo que sucedía “afuera”. Incluso, otro furor por esos años eran los power-tríos como Cream, Jimi Hendrix Experience etc, y los Manal no quisieron ser la excepción.
El primer disco de Manal, más conocido como el de La Bomba, se editó en 1970 siendo uno de los últimos dentro de esos primeros grupos que comenzaron a forjar la historia de nuestro rock. Aprovechando el espaldarazo que significo el simple “La Balsa” de Los Gatos, y su primer disco que sirvió para presentar en sociedad esa nueva música de estos inquietos jóvenes, los Manal con su primer Lp deciden dejar de manifiesto que se podía cantar Blues en castellano y no morir en el intento.
El primer tema con el que arranca el disco es “Jugo de Tomate”, bien directo, sostenido por una base firme en la batería de Martínez con sus juegos en los tones, mientras que la guitarra y armónica de Gabis le daban el color necesario al tema. Luego de un comienzo a puro ritmo viene “Porque Hoy Nací” un tema de corte existencialista en su prosa, marcado por una instrumentación oscura y misteriosa sostenida sólo por la voz con efectos guturales de Martínez, una guitarra tirando acordes y el órgano de Gabis. Para “Avenida Rivadavia”, Martínez le deja el lugar de la voz principal a Medina, sin embargo la letra se la debemos al primer citado que en la composición logra unir el Blues con las costumbres bien porteñas. Antes de cerrar la cara A del Lp llega “Todo el Día me Pregunto”, el tema de corte más blusero que tiene el disco y uno de los puntos más fuertes que tiene el álbum.
El lado B del Lp abre con “Avellaneda Blues” un tema con cierto tinte jazzero en su construcción musical y una prosa casi tanguera para retratar una viñeta de corte costumbrista, porteña y callejera.
Vía muerta, calle con asfalto siempre destrozado. / Tren de carga, el humo y el hollín están por todos lados. / Hoy llovió y todavía está nublado.
Sur y aceite, barriles en el barro, galpón abandonado. / Charco sucio, el agua va pudriendo un zapato olvidado. / Un camión interrumpe el triste descampado.
Luz que muere, la fábrica parece un duende de hormigón / y la grúa, su lágrima de carga inclina sobre el dock. / Un amigo duerme cerca de un barco español.
Amanece, la avenida desierta pronto se agitará. / Y los obreros, fumando impacientes, a su trabajo van. / Sur, un trozo de este siglo, barrio industrial.
Otro de los puntos altos del disco es “Una Casa Con Diez Pinos”, que se presenta como una canción con mucha impronta en la voz de Martínez y ejecutada con mucha personalidad y firmeza, separándose de la ortodoxia blusera para coquetear con la construcción roquera de los grupos anglosajones contemporáneos que se animaban a la exploración. Por su parte, la letra hablaba sobre el exilio espiritual en búsqueda de lo natural alejándose de lo material y acercarse a lo simple y primordial. Cierra el trabajo “Informe de un Día”, que al igual que la canción anterior, abre el juego a nuevas texturas musicales tanto instrumentales como vocales. Esta exploración musical, los lleva a que en la mitad del tema se larguen con una jam y distintos solos de cada uno, interpretaciones que empezaban a ser cada vez más habituales dentro de los grupos anglo de moda.
Luego de este disco vendría “El León” de corte más roquero, sin embargo no es casualidad que el disco de La Bomba se encuentre dentro de los mejores en cualquier enciclopedia de Rock Argentino. Más bien se trata de una causalidad, ya que desde lo musical en su interpretación vocal e instrumental, pasando por la prosa de sus letras hasta llegar a la muy buena grabación del disco -llevó más de 130 horas de grabación, todo un récord para esos días- hacen que este primer Lp, sea considerado el primer registro de Blues en castellano, y para ser más precisos, Rioplatense.
A la distancia muchos ponen como virtud principal esta facilidad con la que tenía el grupo para contar historias costumbristas, de barrio y bien nuestras, dentro de una música que para esa época, finales de los ´60, aún se encontraba muy lejana salvo el furor mundial de la Beatlemanía. Sin embargo, no hay que dejar de lado la destreza musical con la que contaban los tres integrantes ya que para ese entonces no había mucha información sobre los grupos extranjeros, su forma de ejecución de los instrumentos y su técnica de grabación. Un mérito más para ellos y para el novel sello grabador Mandioca, que impulso esta incipiente movida dándole el apoyo artístico y económico a unos jóvenes que a su forma querían impulsar un cambio de pensamiento.
La inquietud por parte de Javier Martínez de investigar el sonido de los grandes Bluesmen, se debía a una actitud de exploración y búsqueda de su parte por lograr conseguir el registro vocal como si fuera un negro. Sus técnicas, quizás rudimentarias, de practicar cantando a los gritos para desgarrarse la voz y conseguir el registro exacto surtieron efecto y esto queda demostrado en las grabaciones de sus discos. Sin embargo, el sólo formaba un tercio de Manal, el resto lo completaba Alejandro Medina en el bajo, que ya tenía una experiencia lograda por los circuitos under y por haber grabado un disco con el grupo Beat The Seasons antes de unirse a Manal. Completaba el trío un muy joven Claudio Gabis, que con sólo 17 años ya había conseguido una gran técnica para tocar la guitarra. Mérito que le valió haber sido “prestado” a la primera formación, de corte psicodélico, de Los Abuelos de La Nada, para grabar el simple “Diana Divaga”. Luego Gabis volvería a Manal ya que en su reemplazo y como guitarrista fijo ingreso Pappo a Los Abuelos, pero eso ya es otra historia.
Unas líneas más arriba se mencionó que no existía por estos lados mucha información musical de lo que se venía haciendo tanto en EE.UU como en Inglaterra, los dos grandes mercados musicales, sin embargo, los pocos que contactaban con esa suerte de poder investigar y adquirir material anglosajón explotaban sus conocimientos al máximo marcando la diferencia de inmediato. Esto les sucedió a varios grupos de los ya consagrados y Manal no fue la excepción. Sin ir más lejos, antes de llamarse de esa forma el nombre del grupo era Ricota, una palabra para nada comercial que luego por pedido de Jorge Álvarez del sello Mandioca los obligo a cambiarlo por Manal. Sin embargo, ese nombre repostero fue la respuesta a uno de los grupos de moda de mediados de los ´60 como fue Cream, dejando en claro que Martínez y Cía miraban atentamente lo que sucedía “afuera”. Incluso, otro furor por esos años eran los power-tríos como Cream, Jimi Hendrix Experience etc, y los Manal no quisieron ser la excepción.
El primer disco de Manal, más conocido como el de La Bomba, se editó en 1970 siendo uno de los últimos dentro de esos primeros grupos que comenzaron a forjar la historia de nuestro rock. Aprovechando el espaldarazo que significo el simple “La Balsa” de Los Gatos, y su primer disco que sirvió para presentar en sociedad esa nueva música de estos inquietos jóvenes, los Manal con su primer Lp deciden dejar de manifiesto que se podía cantar Blues en castellano y no morir en el intento.
El primer tema con el que arranca el disco es “Jugo de Tomate”, bien directo, sostenido por una base firme en la batería de Martínez con sus juegos en los tones, mientras que la guitarra y armónica de Gabis le daban el color necesario al tema. Luego de un comienzo a puro ritmo viene “Porque Hoy Nací” un tema de corte existencialista en su prosa, marcado por una instrumentación oscura y misteriosa sostenida sólo por la voz con efectos guturales de Martínez, una guitarra tirando acordes y el órgano de Gabis. Para “Avenida Rivadavia”, Martínez le deja el lugar de la voz principal a Medina, sin embargo la letra se la debemos al primer citado que en la composición logra unir el Blues con las costumbres bien porteñas. Antes de cerrar la cara A del Lp llega “Todo el Día me Pregunto”, el tema de corte más blusero que tiene el disco y uno de los puntos más fuertes que tiene el álbum.
El lado B del Lp abre con “Avellaneda Blues” un tema con cierto tinte jazzero en su construcción musical y una prosa casi tanguera para retratar una viñeta de corte costumbrista, porteña y callejera.
Vía muerta, calle con asfalto siempre destrozado. / Tren de carga, el humo y el hollín están por todos lados. / Hoy llovió y todavía está nublado.
Sur y aceite, barriles en el barro, galpón abandonado. / Charco sucio, el agua va pudriendo un zapato olvidado. / Un camión interrumpe el triste descampado.
Luz que muere, la fábrica parece un duende de hormigón / y la grúa, su lágrima de carga inclina sobre el dock. / Un amigo duerme cerca de un barco español.
Amanece, la avenida desierta pronto se agitará. / Y los obreros, fumando impacientes, a su trabajo van. / Sur, un trozo de este siglo, barrio industrial.
Otro de los puntos altos del disco es “Una Casa Con Diez Pinos”, que se presenta como una canción con mucha impronta en la voz de Martínez y ejecutada con mucha personalidad y firmeza, separándose de la ortodoxia blusera para coquetear con la construcción roquera de los grupos anglosajones contemporáneos que se animaban a la exploración. Por su parte, la letra hablaba sobre el exilio espiritual en búsqueda de lo natural alejándose de lo material y acercarse a lo simple y primordial. Cierra el trabajo “Informe de un Día”, que al igual que la canción anterior, abre el juego a nuevas texturas musicales tanto instrumentales como vocales. Esta exploración musical, los lleva a que en la mitad del tema se larguen con una jam y distintos solos de cada uno, interpretaciones que empezaban a ser cada vez más habituales dentro de los grupos anglo de moda.
Luego de este disco vendría “El León” de corte más roquero, sin embargo no es casualidad que el disco de La Bomba se encuentre dentro de los mejores en cualquier enciclopedia de Rock Argentino. Más bien se trata de una causalidad, ya que desde lo musical en su interpretación vocal e instrumental, pasando por la prosa de sus letras hasta llegar a la muy buena grabación del disco -llevó más de 130 horas de grabación, todo un récord para esos días- hacen que este primer Lp, sea considerado el primer registro de Blues en castellano, y para ser más precisos, Rioplatense.
Hola, os dejo mi link de mi nuevo blog discos pensados, Saludos y a seguir